ZAFNAT-PANEACH & ASENATH

GENESIS 41:45

 Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea;

y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On.

Y salió José por toda la tierra de Egipto.

FELIZ 2023 /AM 6027

 

 

 PRESTO ARRIVA LA PRIMAVERA!

Questa è la storia che ho tradotta dal tedesco

non appena giunsi a Pavia nel 1987.

e' una storia che va letta da tutte le coppie,

perchè rimangan salde e compatte; fedeli e sante.

Via il materialismo e negativismo!

RISVEGLIO E RIFORMA!

Che queste poche lezioni dei Giuseppe e Asenat

vi siano da stimolo-conversione-conforto e benedizione 

per tutta la vita l'UNA con l'ALTRO e per

conseguire la vita eterna.

 

 

ESPAÑOL

LA PRIMAVERA LLEGA PRONTO

Esta es la historia que traduje del alemán nada más llegar a Pavía en 1987.

Es una historia que debe ser leída por todas las parejas,

para que se mantengan firmes y compactas; fieles y santos

¡Fuera el materialismo y el negativismo!

¡DESPERTAR Y REFORMAR!

Que estas pocas lecciones de José y Asenat sean

estímulo-conversión-consuelo y bendición de por vida

para UNO A UNO y para alcanzar la vida eterna.

 

ENGLISH

SPRING COMES SOON!

This is the story that I translated from the German as soon

as I arrived in Pavia in 1987. It is a story that must be read by all couples,

so that they remain firm and compact; faithful and holy.

Away with materialism and negativism!

AWAKENING AND REFORM!

May these few lessons from Joseph and Asenat

be a stimulus-conversion-comfort and lifelong blessing

for ONE EACH OTHER and for achieving eternal life.

INTRODUCCION I

 

 

 

 RAMÓN MARTÍNEZ FERNÁNDEZ/

ANTONIO PINERO
JOSÉ Y ASENET
INTRODUCCIÓN
I . DESCRIPCIÓN DEL LIBRO
La novela de José y Asenet narra un episodio de la vida del hijo de
Jacob, poco conocido a través de la Biblia canónica'. El tema central
es el encuentro de los dos personajes y el cambio que se produce en
Asenet a raíz del mismo. La joven es la verdadera protagonista de la
narración. Permanece en escena incluso después de que José se retire
al poco de su boda con la doncella.
La acción se desarrolla a lo largo de 29 capítulos de desigual extensión.
Se insinúan en ella dos partes. La primera, que llega hasta el capítulo
21 inclusive, es la que verdaderamente responde al título con que
nos ha llegado el texto. La segunda es una especie de extenso epílogo,
cuyos sucesos tienen lugar como consecuencia de lo acaecido en la primera.
El ambiente, sin embargo, es totalmente distinto. La acción se
desarrolla entre otros personajes, y el relato adquiere cierto tono épico
que sólo muy esporádicamente recuerda la tranquila espiritualidad de
la primera.
El texto nos presenta a José en uno de sus viajes por Egipto, que
le lleva a la ciudad donde es sacerdote el padre de Asenet, la doncella
de la que están prendados numerosos pretendientes (cap. 1). Asenet
lleva una vida de comodidad y lujo, al tiempo que se nos muestra como
un alma profundamente religiosa que no quiere saber nada de casamientos
(cap. 2). Recibe Asenet a sus padres, que regresan del campo (cap. 3).
Estos, ante la próxima visita de José, intentan convencer a su hija de que
le acepte como esposo, a lo que ella se niega (cap. 4). Un José resplandeciente
llega a la casa de Asenet (cap. 5). La joven se lamenta de
haberle rechazado, ansiando entonces convertirse en su esclava (cap. 6).
Se obsequia con una recepción a José (cap. 7), y Asenet le es presentada,
pero él la rechaza por motivos religiosos, al tiempo que ruega por
su conversión (cap. 8). Asenet se retira, y José continúa su viaje (cap. 9).
La doncella, una vez sola, se encierra en su habitación y rompe con su
pasado pagano (cap. 10). Al cabo de unos días de penitencia (cap. 11)
confiesa emocionadamente sus pecados (cap. 12), rogando a Dios que
considere su estado y la perdone (cap. 13). Dios se le manifiesta a través
de un ángel, por cuyo consejo Asenet vuelve a vestir sus galas (cap. 14)
para recibir un mensaje del cielo en el que se acepta su arrepentimiento
1 Sólo se menciona su boda con Asenet, en Gn 41,45 (heb.: Potifera, sacerdote
de On; gr.: Petefre, sacerdote de Helios), y el nacimiento de los dos hijos de ambos,
en Gn 41,50-52.
192 JOSÉ Y ASENET
y se le promete un futuro envidiable (cap. 15). El ángel purifica a Asenet
a través de unos ritos simbólicos (cap. 16) y desaparece (cap. 17). Asenet,
al enterarse del regreso de José, se engalana (cap. 18) para recibirle
(cap. 19). En la recepción consiguiente se anuncia la boda (cap. 20).
José presenta su futura esposa al faraón, tras lo cual se celebra el casamiento
(cap. 21).
Ha pasado el tiempo, y estamos ya en los siete años de hambre, en
un momento en que José va a presentar su esposa a Jacob, su padre
(cap. 22). El hijo del faraón, antiguo pretendiente de Asenet, siente
renacer sus deseos de hacerla su esposa, para lo cual solicita la colaboración
de Simeón y Leví, los hermanos de José. Al fracasar su proyecto
(cap. 23), entra en tratos con Dan y Gad para que maten a José y rapten
a la muchacha (cap. 24). El hijo del faraón pone en marcha su plan
(cap. 25). Asenet parte de viaje y es atacada (cap. 26). Benjamín, que
acompañaba a la mujer de su hermano, logra desembarazarse de sus
atacantes y herir al hijo del faraón (cap. 27). Dan y Gad se arrepienten
ante Asenet, y ésta impide que Simeón y Leví los maten (cap. 28). El
hijo del faraón muere de resultas de sus heridas, y lo mismo le ocurre
al padre, de pena por la desaparición de su hijo. Le sucede José, el cual
cede más adelante el trono al nieto del faraón (cap. 29).
I I . TITULO, AUTOR Y FECHA DE COMPOSICIÓN
La mas moderna de las ediciones de José y Asenet, que incluye un
completo estudio de la obra, más un sucinto estado de la cuestión, nos
ofrece un título cuya traducción viene a ser Confesión y plegaria de
Asenet, la hija del sacerdote Pentefrés2.
Este título es uno de los muchos que aparecen en los manuscritos,
en ninguno de los cuales figura, en cambio, el de José y Asenet o Novela
de José y Asenet, con el que normalmente es conocida la narración3.
Este último se ha impuesto por su sencillez y porque en él se contienen
los nombres de los dos protagonistas. Esa es, en efecto, la forma más
tradicional de designar las obras griegas y romanas del género literario
al que pertenece también la que nos ocupa: la novela4.
Nada se sabe sobre la identidad del autor de José y Asenet. Sin
embargo, el análisis interno de la narración permite intuir algo al respecto.
A lo largo de la obra se va perfilando la confrontación de dos grupos
sociales, egipcios y judíos, antagonismo que adquiere su máxima fuerza
2 M; Philonenko, Joseph et Asénetb (Leiden 1968).
3 Véase al respecto C. Burchard, Untersuchungen zu Joseph und Aseneth (Tubinga
1965) 50ss.
4 Baste recordar títulos como Quereas y Cal'trroe, de Caritón; Leucipe y Clitofón,
de Aquiles Tacio; Habrócomes y Amia, de Jenofonte de Efeso; Dafnis y Cloe, de
Longo; Teágenes y Cariclea, de Heliodoro, como los más conocidos de la novela
griega.
INTRODUCCIÓN 193
en los últimos capítulos. Esa oposición es, al mismo tiempo, la que da
sentido a la novela5. De hecho, los personajes que desfilan por los
sucesivos capítulos son egipcios o judíos residentes en Egipto. Históricamente,
sabemos que los judíos campesinos llevaban nombres egipcios,
hablaban la lengua del país y su vida no se diferenciaba en absoluto de
la de los nativos6. Todo ello nos indica que el escenario de la acción
de José y Asenet debe situarse en Egipto.
El mundo de creencias que la obra refleja a través de numerosos detalles
revela en el autor un buen conocimiento de la teología egipcia
tardía7. Parece, por tanto, verosímil que él mismo fuera también egipcio.
Más que hablar de autor, conviene precisar el ámbito geográfico en
que surgió la narración. Este no puede ser otro que Egipto mismo,
donde convivían indígenas y judíos. Uno de esos habitantes, desconocido
por lo demás, se habría impuesto la tarea de escribir el texto que nos
ocupa8.
La obra contiene implícitamente una apología del matrimonio entre
miembros de las dos comunidades con una finalidad proselítista9. El
autor se dirige, por tanto, a lectores de dos tipos: paganos (egipcios) y
creyentes (judíos). Para estos últimos, los matrimonios de ese tipo habrían
de ser una faceta de su obligada labor misionera. Para los primeros
tales uniones posibilitan una vía hacia el arrepentimiento, el cual les
permite participar de la luz, la verdad y la vida 10.
No nos parece probable, sin embargo, que el autor de nuestra novela
sea un egipcio convertido al judaismo ni el hijo de un matrimonio mixto.
Nuestro texto nos revela un judaismo tan acendrado que debemos pensar
más bien en un judío egipcio con particulares intereses apologéticos.
Por otro lado, la lengua de la novela —con expresiones de un griego
5 La protagonista rompe totalmente con su familia y su pueblo al convertirse
al judaismo, cambio que adquiere mayor relieve a causa del marco sociológico en que
se encuadra.
6 Cf. V. A. Tcherikover, Corpus Papyrorum Judaicarum I (Cambridge, Mass.,
1957) 43ss.
7 Sobre la cosmología mitológica egipcia, cf. S. Sauneron y J. Voyotte, La naissance
du monde selon l'Egypte ancienne, en La naissance du monde (Sources Orientales
I; París 1959); también S. Morenz, La religión égyptienne (París 1962).
8 En ello coinciden diversos estudiosos en trabajos relativamente recientes, tales
como G. D. Kilpatrick, The Last Supper: «The Expository Times» 64 (1952) 4-8;
K. G. Kuhn, The Lord's Supper and The Communal Meal at Qumram, en K. Stendahl,
The Scrolls and The New Testament (Londres 1958) 65-93; M. Delcor, Un
román d'amour d'origine tbérapeute: le Livre de Joseph et Asénath: «Bulletin de
Littérature ecclésiastique» 63 (1962) 3-27, y C. Burchard, op. cit., 142s.
9 En ello hacen hincapié, además de C. Burchard y G. D. Kilpatrick, K. Kohler,
Asenath, en The Jewish Encydopedia II (Nueva York-Londres 1902); V. Aptowitzer,
Asenath, The Wife of Joseph. A Haggadic Literary-Historical Study: «Hebrew
Union CoÚege Annual» 1 (1924) 239-306, entre otros, si bien no faltan quienes
se oponen a reconocer la existencia de una literatura judía proselítista, como
V. A. Tcherikover, Jewish Apologetic Literature Reconsidered: «Eos» 48 (1956)
169-193.
10 Cf. G. F. Moore, Judaism in the First Centuries of the Christian Era I
(Cambridge, Mass., 1927) 331ss, sobre los compromisos que adquirían los conversos
al ser admitidos en la comunidad judía.
13
194 JOSÉ Y ASENET
un tanto bárbaro— apunta hacia un autor de lengua materna aramea
(o quizá hebrea) que se expresa casi en «un griego de traducción». Sería
probablemente bilingüe.
Hasta aquí los resultados de recientes investigaciones por lo que
respecta al autor, que corrigen opiniones sostenidas desde antiguou.
El conjunto de la obra nos invita a pensar que nos encontramos ante
una composición de época romana. El elogio del proselitismo, la apología
del matrimonio mixto, podría encajar en el ambiente del siglo i de
nuestra era, antes de la destrucción del templo, y, en cualquier caso, en
la época inmediatamente anterior a la sublevación judía de los años 115-
117, que Trajano intentó sofocar cruelmente12.
La similitud entre el banquete de purificación, incluido en nuestra
narración, y los párrafos sobre el particular del Evangelio de Juan y de
Antioquía precisan algo más la datación de José y Asenet, ya que sugiere
la contemporaneidad de todos ellos u.
Finalmente, una consideración de tipo literario conduce a la misma
conclusión. Hemos anticipado ya que nuestro texto es una novela. Teniendo
en cuenta los datos que poseemos sobre otras novelas famosas,
como Quereas y Calírroe o Leucipe y Clitofón u, respecto de las cuales
José y Asenet sería más o menos contemporánea, nada hay que se oponga
a que esta última haya sido escrita en la época mencionada.
I I I . GENERO LITERARIO E HISTORIA
DE LA COMPOSICIÓN. LENGUA ORIGINAL
Los personajes centrales de nuestra narración son una pareja 15 en
cuyas relaciones apreciamos una serie de tópicos literarios. Tales son la
belleza física de ambos, su virginidad, el enamoramiento a primera vista,
el sufrimiento causado por el amor, la separación transitoria y hasta la
11 Así, P. Batiffol, Le Livre de la Priére d'Aseneth, en Studia Patrística I-II
(París 1889-1890) 1-115, quien afirmaba que la obra era cristiana, lo mismo que
E. W. Brooks, Joseph and Asenatb (Translations of Early Documents, Series II,
Hellenistic-Jewish Texts 7; Londres-Nueva York 1918). Posteriormente afirmó su
carácter esenio P. Riessler, Joseph und Asenath. Eine altjüdische Erziihlung: «Theologische
Quartalschrift» 103 (1922) 1-22 y 145-183; o bien terapeuta, K. G. Kuhn,
art. cit., 76; M. Delcor, art. cit., 22ss. A estas opiniones se suman otros estudiosos.
12 A tenor de sus opiniones sobre la composición de la obra, los estudiosos la
han ido datando en diferentes momentos. Tardíamente, en el siglo iv o v (Batiffol);
en la época de Adriano (Kuhn); en torno a la mitad del siglo i (Aptowitzer), e
incluso en el siglo i a. C. (Kilpatrick); Burchard, op, cit., 143s, dejó claro que el
escrito es anterior a la revuelta judía en época de Trajano; lógicamente, hacer proselitismo
después de la represión sería arriesgado.
13 Cf. K. G. Kuhn, art. cit., 76.
14 Al margen de un intento concreto, como es el de R. Petri, Über den Román
des Chariton (Meisenheim 1963), no existe una cronología segura, ni absoluta ni
relativa, de las novelas griegas. De acuerdo con P. Grimal, Romans grecs et latins
(París 1958) 382, estas obras habrían sido compuestas mucho antes del siglo n d. C.,
época de la que datan sus más antiguos fragmentos en papiro.
15 En la línea de las citadas en la nota 4.
INTRODUCCIÓN 195
presencia de un rival sin escrúpulos, cuya actuación provoca una serie
de aventuras que mantienen el interés del lector16. La acción, como
hemos dicho, tiene lugar en Egipto, país que no deja de ser un escenario
exótico desde el punto de vista griego 17.
Finalmente, en toda la narración flota un sentimiento religioso18
apropiado a los propósitos del autor y a la finalidad de la obra.
Ante estas consideraciones podemos definir la historia de José y
Asenet como una auténtica novela. Lo cual no impide que en ella se
aprecien rasgos distintivos tanto en el orden de posibles defectos como
en el de las innovaciones. Los personajes no son juguetes del azar, como
sucede en otras novelas w. Por otro lado, aunque los caracteres se nos
muestran un tanto desdibujados, como suele ser habitual en ellasx,
Asenet aparece claramente definida, a tenor de su condición de persona
que pasa del error a la verdad. Efectivamente, en esta novela encontramos
por primera vez la crisis de una conciencia religiosa como motor
de la acción21. Aun tratándose de una historia de amor, no podemos
hablar de narración erótica precisamente por ese motivo. Lo que domina
el ambiente es un puritanismo que tiene mucho que ver con su finalidad
misionera. La segunda parte posee un tinte marcadamente épico, lo cual
proporciona al conjunto el elemento de aventura que no se encontraba
en la primera22. Son capítulos muy parecidos a una narración caballeresca23,
cuyo desarrollo recuerda lejanamente a la litada y sus procedimientos.
Bien pudiera ser esto último el tributo que nuestra novela
pagó a la tradición homérica.
16 Todo ello es característico de una novela, tal como señala P. D. Huet, Traite
de l'origine des romans, ed. A. Kok (Amsterdam 1942).
17 La importancia de tal elemento fue señalada por B. Lavagnini, Studi sul romanzo
greco (Mesina-Florencia 1950), y K. Kerenyi, Die griechisch-orientalische Romanliteratur
(Darmstadt 1962).
18 De hecho, en las novelas aparecen con frecuencia elementos cultuales concretos,
y hasta se ha pretendido reconocer en ellos distintas etapas rituales de iniciación
a los misterios; cf. R. Merkelbach, Román und Mysterium in der Antike (Munich-
Berlín 1962). TT, , , .
" Cf. E. Rohde, Der griechiscbe Román und seine Vorlaufer (Reimp. Hildesheim
1960) passim.
20 Cf. R. M. Rattenbury (ed.), Héliodore. Les Ethiopiques I (París 1960); precisiones
al respecto en P. Grimal, op. cit.
21 A este resultado ha podido llegar la evolución de los planteamientos de Longo.
La concepción de la novela tendía a una ausencia de acontecimientos, con el desarrollo
de la acción en un solo lugar, marco para una pintura de costumbres y sentimientos;
cf. M. Croiset, Histoire de la littérature grecque V (París 1928) 801.
22 Elemento también característico de la novela griega —como el propio Aquiles
Tacio nos lo indica en una de sus obras— y cuyas manifestaciones han sido señaladas
por Kerenyi (los bandidos), Merkelbach (la huida) (op. cit.) y F. Altheim, Helios
und Heliodoros von Emesa, en Literatur und Gesellschaft im ausgehenden Altertum
I (Tubinga 1948) 121-124 (la emboscada).
23 Tales historias abundan en la literatura popular egipcia. Ello, asi como el
ambiente preciso que reflejan, ha sido señalado por G. Maspero, Les contes populares
de l'Egypte ancienne (París s.f.); cf. también A. Volten, Der demottsche
Petubastisroman und seine Beziehung zur griechischen Literatur: «Mitteilungen aus
der Papyrussammlung der Osterreichischen Nationalbibliothek» 5 (1956) 147-152.
196 JOSÉ Y ASENET
Unas ocho mil palabras constituyen el texto de José y Asenet. Representan
1.042 términos, lo que supone cierta pobreza de vocabulario.
Salvo 40 de ellos, el resto forma parte del léxico de los LXX, sin que
su utilización adquiera tonos específicos o característicos de nuestro
anónimo autor24.
En el estilo de la obra domina claramente la parataxis, lo que confiere
a la narración una monotonía que, en ocasiones, se tiñe de redundancia,
contribuyendo todo ello a comunicarnos cierta sensación de pesadez.
De esta tónica hay que excluir la plegaria de José, lo mismo que
la de Asenet25. Únicamente en ambos fragmentos se aprecia un mayor
refinamiento desde el punto de vista estilístico.
Philonenko, en el estudio preliminar a su edición (p. 30), ha confeccionado
un breve elenco de las expresiones que presentan un tono
más semitizante. Señalamos las de mayor importancia:
xai, ÉyéveTO (3,1; 11,1; 22,1; 23.1)
xai ISaú (5,1; 10,18; 13,8; 14,3; 14,8; 15,9; 16,5; 23,4; 26,8; 28,8)
EÚ; TÓV aiwva xpóvov (4,10; 6,8; 15,7; 17,5)
ó napáSEicoc, -vrc, ipv<pr¡c, (16,8)
¿Xáp-n X<*P¿v y,sTá)a)v (3,4; 4,2; 7,10; 9,1; 15,12; 24,5)
•Jtpcxrexijvricrav xy 'Itotrrjcp ÍTZÍ irpócto-rcov énrl Tf)V yñv (5,10)
écpofhífrri tpó^ov jxÉyav (6,1).
A esta lista podemos añadir, por nuestra parte, la continua recurrencia
del verbo en segunda posición dentro de la fíase (tras xaí), orden
que ya E. Norden consideraba como el «más claro semitismo» (Agnostos
Theos [Stuttgart 1971] 365); repetición abusiva de xai ?¡v (por ejemplo,
tres veces en tres líneas, en 1,5); iioríjcm ¡Djeoe, liz-zá en 23,4; Soüvoa
EÍC; Yuvabca, en 1,13; la exagerada frecuencia (incluso desde el punto
de vista del griego helenístico) de las perífrasis de imperfecto en vez
del verbo simple (como ?jv é^ou^svovaa: 2,1 y passim); dos verbos en
tiempo finito y parataxis por una hipotaxis griega (del tipo xal EVTCEUOÍ
xcá occnrépir], en 4,1); imperfecto por pluscuamperfecto (úp,í)w£i, en 2,11);
y, en general, expresiones que aparecen como calcos de sus correspondientes
hebreas (a modo de ejemplo: 8d>crav/Xa(kív síq yuvoüxa, en 20,7; 1,
13; ap-rov áyxóvrK, en 8,5; opio.;, lit. «frontera» en el'sentido' de
«región», por influencia de heb. gebul; ÉiríjpE TTJV yjílpa. aÚTOÜ TÍ)V
8E£UÍV, en 8,9, con ese orden típico semita, etc.).
Este conjunto de características lingüísticas nos confirma en el punto
de vista antes expresado: nuestro autor era un judío bilingüe cuya lengua
materna era el arameo o quizá el hebreo. Ello explica la pobreza general
de vocabulario y el sabor fuertemente semítico del conjunto de sus expresiones,
unido a cierta torpeza sintáctica. Pero no nos atrevemos a
24 Cf. M. Philonenko, op. cit., 28ss.
25 Parte del capítulo 8 y la casi totalidad del 12, respectivamente, de nuestra
novela.
INTRODUCCIÓN 197
afirmar que nuestro texto sea meramente «griego de traducción», es
decir, que de un presunto original semítico26 se nos halla conservado
tan sólo la traducción literal griega. Y esto por una razón: nuestro desconocido
autor conocía muy bien la Biblia griega, y calca un buen número
de expresiones (las hemos señalado en notas). Parece, pues, poco verosímil
que actuando así compusiera su novelita en arameo. Además, una
gran parte de sus futuros lectores eran candidatos a prosélitos, cuya
lengua materna debía ser naturalmente el griego. Es más, en 25,2 encontramos
una aliteración (-rcóvov TOVEÍ Ó TOX.TI'IP) que nos invita a pensar
que la frase se compuso originalmente en griego a. No hay argumentos
definitivos, sin embargo, para descartar una redacción de nuestra novela
en arameo (o hebreo) y una edición posterior en lengua griega. En cualquier
caso, el único texto que se nos ha transmitido parece haber sido
compuesto en griego. Los escasos detalles M que se aducen para negar
este hecho carecen de fuerza suficiente para extender la afirmación de
un original semítico a todo nuestro texto actual.
Por otro lado es preciso llamar la atención, una vez más, sobre el
distinto carácter que presentan las dos partes en que se divide la narración.
El hiato es tan patente que incluso podría llegar a afirmarse la
pertenencia de cada una a un género literario diferente, novelesco la
primera, épico la segunda. Tal diferencia ha dado pie a la hipótesis de
una posible existencia independiente de cada una29, cuya vinculación
sería prácticamente la mención de los años de abundancia y de escasez
que aparece en el relato bíblico30.
Lo dicho hasta aquí debe completarse con una ojeada a las fuentes
que han podido inspirar al autor, en el supuesto de que el texto no sea
un producto exclusivo de su imaginación.
Naturalmente, el punto de partida de nuestra novela se encuentra
en el Génesis31, pero ahí tendríamos únicamente el núcleo en torno al
cual se ha tejido el resto de la trama.
En primer lugar hay que dejar constancia de la existencia de una
leyenda judía de Asenet, que tal vez conocía nuestro desconocido autor
en el momento de redactar su obra. Según esa leyenda, Asenet no era
26 Cf. nota siguiente.
27 A favor del original griego se pronuncian Batiffol, Brooks, Burchard y Kuhn,
en sus obras citadas, frente a Riessler y Aptowitzer, partidarios del original semítico.
Philonenko se inclina claramente por la tesis griega.
28 Tales como el juego de palabras con el nombre de Asenet, del que se han
ocupado R. Akibon, Die Testamente der zwolf Patriarchen, der Sóhne Jakobs, und
die Geschichte der Aseneth, der Frau Josephs (Kassel 1850), o L. Ginzberg, The
Legends of the Jews V (Filadelfia 1955) (Asenet/«ciudad de refugio», relacionado
con el arameo hostia", «fortaleza», o con el heb. 'ason, «ruina»), y la presencia en d
texto de la expresión «campo de nuestra heredad» (en 3,7; 4,3; 24,14, etc.; heb. ¿>z
^hzt, expresión que no proviene de los LXX). Estas expresiones, sin embargo, no
justifican la hipótesis de un original semítico.
29 Cf. V. M. Istrin, Apokripb ob Josiph/e i Asenephje (Moscú 1898).
30 Cf. Gn 41,26-30 y, sobre todo, Gn 41,48.53-54.
31 Cf. Gn 41,45.
198 JOSÉ Y ASENET
egipcia, sino la hija de Dina, violada por Siquén32. A eso aludiría el
hecho de que el tipo racial de nuestra Asenet no sea egipcio33 o el propio
rapto de la heroína, que recordaría el de su madre. Otros textos que
ilustran la leyenda citada34 hablan también de la mansión, o torre, en
que vive la protagonista y del círculo de vírgenes que la rodean, a la
vez que presentan fórmulas lingüísticas comunes con nuestra leyenda35.
Existen, por otro lado, detalles que impiden considerar la leyenda
como elaborada a partir de la novela. En ésta, concretamente, no cuenta
para nada el origen judío de Asenet y faltan elementos que se encuentran
en aquélla 36. Al mismo tiempo hay motivos para pensar que la leyenda
misma ha de ser mucho más antigua que algunas de sus versiones, incluso
las menos elaboradas 37, cuya datación es segura en torno al siglo m d. C.
Parece, pues, más oportuno pensar que el autor de la novela ha podido
conocer esa leyenda, respecto a la cual ha introducido variaciones por
unos u otros motivos.
En este mismo orden de cosas hay noticias de la existencia de una
llamada Plegaria de José38, de comprobado origen judío. De ella podría
depender alguna parte de nuestra novela, a juzgar por los rasgos comunes,
innegables aunque ligeros, de ambas39.
Además, en Egipto hallamos un cuento en el que aparece la figura de
un hijo del rey a quien su padre intenta por todos los medios apartar
de su destino, la muerte que la divinidad le había pronosticado, a costa
de aislarle totalmente del mundo exterior"10. Al margen de algunos contrastes
entre el cuento y nuestra novela, se comprueban ciertas semejanzas
respecto a la figura y acciones de Asenet41. Los únicos cambios que
se registran en la novela tienden a hacer protagonistas centrales al judío
y a la egipcia que conocemos. Es cierto que un simple parecido no autori-
32 Véase J. Perles, La légende d'Asnath, filie de Dina et femme de Joseph:
«Revue des Etudes Juives» 22 (1891) 87-92.
33 Cf. JyA 1,7-8.
34 Tales como el Targutn de Pseudo Jonatán, Pirqé de Rabí Eliezer y el autor
sirio Bar Alí, reunidos al respecto por Aptowitzer en el artículo repetidamente
citado.
35 Cf. JyA 2,1,10 y M. Philonenko, op. cit., 35.
36 Cf. M. Philonenko, op. cit., 3(y31'.
37 Tales como el Targum de Pseudo ]onatán y Pirqé de Rabí Eliezer, mientras
que el testimonio literario más antiguo de la leyenda nos lo proporcionaría Rabí
Amí, según Aptowitzer, art. cit., 252ss.
M A ella hacen referencia, en efecto, dos citas de Orígenes, una en el Comentario
al Evangelio de Juan 2,31; la segunda en el Comentario al Génesis, fragmentos
recogidos en Eusebio, Praeparatio evangelia, 6,11,64. Los fragmentos han sido
reunidos por A. M. Dénis, Fragmenta pseudoepigraphorum quae supersunt graeca
(Leiden 1970) 61ss.
39 Cf. M. Philonenko, op. cit., 39, corrigiendo a H. Priebatsch, Die Josephsgeschichte
in der W'eltliteratur (Breslau 1937), es el primero que pone en relación
ambos textos.
* Se trata del Cuento del príncipe predestinado, que data de la dinastía XIX.
41 Tales son el asedio del protagonista por una serie de fieras, como en JyA 12,
9-10; el rechazo de la boda, como en JyA 4,12, y el aislamiento en la torre, como
en JyA 2,1. Sobre ello, véase G. Lefébvre, Romans et contes égyptiens de l'époque
pharaonique (París 1949).
INTRODUCCIÓN 199
za a afirmar el carácter de fuente, pero las analogías y coincidencias señaladas
por los críticos hacen pensar que en la novela se da una auténtica
filiación con respecto al cuento 42.
La mención de los pretendientes, la discordia entre los hermanos,
el rapto de Asenet y la propia torre en que habita la protagonista son
detalles que recuerdan inevitablemente la leyenda de Helenaí&. Ello no
debe extrañar si se tiene en cuenta el progresivo enriquecimiento de la
temática homérica a lo largo de los siglos posteriores al poeta. Nuestra
novela, en ese sentido, viene a ser nuevo testimonio de su influencia.
IV. CONTENIDO TEOLÓGICO
a) Dios y el hombre.
Nuestra novela es un escrito auténticamente judío. Por ello no es
de extrañar que su teología refleje en general puntos de vista que proceden
del AT. Así, su concepción de Dios como ser único, contrapuesto
a los innumerables dioses de los egipcios (10,13), «mudos y muertos»
(8,5); como creador de cielo y tierra (la expresión como tal no aparece
en la novela, pero sí sus equivalentes): 8,10-11 y 12,2; vivificador de
todo, que retribuye rectamente a justos y pecadores (28,3); amoroso,
justo y bueno (28,3); padre de los huérfanos, defensor de los oprimidos
y auxilio entre las angustias (12,11), etc.
José, en un aspecto de su personalidad, aparece como el modelo
del hasid o «varón piadoso» (en la novela, 0eo<re3ir)<;: 4,9; 8,5; 20,8;
22,8, etc.), que observa fielmente el sábado (9,4); tiene sumo cuidado
con las prescripciones en torno a los alimentos (10,14ss; 13,7); rechaza
todo contacto profundo con los «extranjeros» (es decir, con otra religión):
7,1; 8,5ss; abomina de las deshonestas relaciones extramatrimoniales
(20,8; 7,3ss) y exalta el valor de la virginidad prematrimonial
(4,9). José es, en síntesis, un varón de Dios en el que reposa el Espíritu
divino y a quien acompaña la gracia de Dios (4,9). Otros personajes
(como Leví o la misma Asenet) completan el cuadro exhortando al perdón
de las injurias (29,4) y a no devolver mal por mal (29,3; 28,14;
23,9). Los «egipcios» (paganos en general) son los «prójimos» a los que
se debe hacer el bien (23,10; 28,4.14).
b) Proselitismo y conversión.
Toda la trama de la primera parte de nuestra novela (hasta el cap. 18)
gira en torno a la conversión de Asenet. El paso de la miserable idolatría
a la verdadera religión es una auténtica y nueva creación. José, al bendecir
a Asenet en 8,11, desea que Dios «la renueve con su soplo, la remodele
con su mano y la revivifique con su vida». El camino de la conversión
42 Cf. M. Philonenko, op. cit., 41.
43 Cf. JyA 1,9-10; 25,8; 26,5; 2,1-16.
200 JOSÉ Y ASENET
es doloroso. Comienza con el rechazo absoluto de los ídolos (10,13;
12,11), incluso con un despego de la riqueza asociada al estado religioso
anterior (cap. 10), y continúa con una verdadera penitencia: saco, ceniza,
lágrimas de arrepentimiento (caps. 9-10). Se añade una súplica ardiente
a Dios para que la libre de las garras del diablo (12,8ss) y la proteja
como a nueva criatura, alma verdaderamente suya (12,11; cap. 13).
El converso adquiere un estado semejante a la virginidad (15,7s), en
el que priva fundamentalmente el amor a Dios. El arcángel Miguel se
encarga de pronunciar ante Asenet una gran loa de la conversión (metánoia):
hija del Altísimo, madre de vírgenes, consoladora y preparadora
del descanso eterno, etc. (15,7s).
c) Rito de iniciación.
En nuestra novela, varios indicios dejan entrever cómo los prosélitos
que se convertían al judaismo (al menos los que se integraban en el
grupo un tanto místico al que debía pertenecer nuestro desconocido autor)
se sometían a una especie de rito de iniciación. Un esquema de este rito
se trasluce en las palabras de la bendición de José sobre Asenet cuando
ésta ha iniciado ya el proceso de su conversión. Con la mano derecha
sobre la cabeza del iniciando, el oficiante invoca en primer lugar a Dios:
«Señor Dios... el que todo lo vivifica... que llama de las tinieblas a la
luz». Luego expresa lo que significará el acceso a la nueva religión, la
verdadera (la creación a que hemos aludido: «renuévala con tu soplo»,
etcétera: 8,11), y termina con una comida cultual: comer el pan de vida.,
beber el cáliz bendito (8,11) y ungir con el óleo de la inmortalidad (8,5).
La fecha de la iniciación es un «día grande» (probablemente asociado a la
idea de escapar al juicio del «gran día»: if) {JUEyá^/n ifpépa: 14,2). El
magnífico premio que aguarda al converso es la inmortalidad, expresada
clarísimamente en 27,8: «Señor, Dios mío, que de la muerte me has
hecho vivir, que me dijiste: tu alma vivirá por siempre jamás...», y en el
conjunto de la escena de la muerte y resurrección de las abejas (16,16),
junto con la interpretación del ángel (17,ls) y la mención del lugar de
«descanso» en el cielo (8,11 y 22,9) para el alma elegida.
Con todo ello el autor proclama a sus lectores que en la religión
judía se hallan todas las riquezas y bienes espirituales que ellos, los
paganos, esperan encontrar en las celebraciones mistéricas. Así, nuestro
novelista no duda en emplear el término técnico que en los misterios
designaba las verdades reveladas (T¿C drraSpp'rrTa; 16,7: «feliz tú, Asenet,
porque te fueron revelados los secretos de la divinidad, y felices los que
se unen a Dios por la conversión»). El convertido vuelve a un estado de
pureza original (Asenet, con un vestido nuevo: 15,10) semejante en cierto
aspecto al que tenía el ser humano en el paraíso.
El oficio de iniciador aparece en la novela desempeñado por dos personajes.
Por una parte, José (hijo de Dios: 6,2.7; 13,10; 21,3), primogénito
del Altísimo, que aparece como el sol para el alma que acaba de
abandonar las tinieblas (5,4ss; 6,5), tiene auténticos atributos mesiánico-
INTRODUCCION 201

 

INTRODUCCION II

INTRODUCCION 201
redentores: es la luz (6,7), el salvador (CTWTTIP) del país de Egipto (25,6);
el espíritu de Dios está sobre él (4,9); es el «fuerte de Dios» (4,8; 18 ls)
y su elegido (13,10). Por eso, tras la conversión, será el esposo del alma
arrepentida (Asenet). ,^-n
Por otro lado, es iniciador también el arcángel Miguel (caps. 14-10-
Este personaje repite condensadamente a Asenet lo que le había prometido
José en su bendición (15,3: «a partir de hoy vas a ser renovada, remodelada
y revivificada; vas a comer el pan de vida, etc.). El premio (la
inmortalidad) aparece también en las palabras del enviado angélico: «Tu
nombre está escrito en el libro de la vida y no será borrado jamás»
(ibíd.). Asenet celebrará con el ángel una especie de comida ritual. En
vez de pan hay un panal de miel (símbolo probablemente del maná:
Philonenko, p. 96) en el que el ángel traza una especie de cruz. No parece
que el pasaje sea una interpolación cristiana, por lo que el signo, a nuestro
entender, debe interpretarse como una representación gráfica de los
cuatro puntos cardinales de donde proceden los prosélitos.
d) Defensa del matrimonio de José.
En este contexto de conversión, y como un corolario casi obligado, se
inserta la defensa del matrimonio de José con una «extranjera». ¿Cómo
es posible que nuestro héroe, encarnación del hasid, contravenga tan
paladinamente una prescripción judía evidente que él mismo enuncia
y admite (7,5)? La respuesta surge clara en la novela: la conversión
hace al pagano un hijo de Jacob (22,5), un verdadero israelita. Aunque
no lo diga expresamente, es muy probable que nuestro autor vea en tales
matrimonios una fuente de conversos a la verdadera religión. No se
trata de ninguna manera, de defender paradigmáticamente los matrimonios
mixtos en general, sino de ofrecer una explicación concreta a un
hecho que preocupaba a la especulación teológica judía: la postura de
José Indirectamente, sin embargo, el autor sustenta una teoría que podría
parecer laxa: con tal de que haya conversión, no existe problema
a la hora de formalizar un matrimonio con una «extranjera». Y no la hay
porque, en virtud de la metánoia, el cónyuge pagano ha dejado de serlo.
e) Simbolismo.
La novela se presenta cargada de símbolos. De la mano de Riessler
(pp 1303s), podemos interpretar quizá la torre en que vive Asenet
como la prisión —el cuerpo humano— en que reside el alma entregada
vanamente a la idolatría y a los placeres. Las doncellas que sirven a la
heroína son siete. Es bien conocida la predilección que los antiguos tenían
por este número, que significaba una cierta plemtud y pureza. En
nuestra novela, las siete vírgenes podrían significar, según Philonenko
(p 73) las siete estrellas (de la Osa Mayor) que rodean a la Luna-Asenet
(esposa del Sol-José). Este, como hemos apuntado, sería el redentor y salvador
del alma, que aparece con los rasgos del Mesías y del sol. La es202
JOSÉ Y ASENET
trella de la mañana es el mensajero de la divinidad (14,ls), y quÍ2á pueda
verse en Asenet un trasunto de la idea gnóstica de la Sabiduría caída,
redimida por el redentor José.
Asenet es el modelo de todos los prosélitos. El ángel le augura que,
tras su conversión, será llamada «ciudad de refugio» (cf. 15,6 y nota,
y nota 28 de la Introducción). El varón angélico explica por qué: «En ti
se refugiarán muchas naciones, y bajo tus alas se abrigarán muchos pueblos
y en tu muralla se protegerán quienes se unan a Dios por la conversión
» (ibíd.). A nuestro entender, Asenet prefigura aquí a la Jerusalén
ideal, que acoge en su seno a todos los pueblos convertidos. No exactamente
como la Jerusalén nueva y celeste de que habla el Apocalipsis de
Juan (cap. 21), sino la Jerusalén terrestre, mejorada, de la época mesiánica,
que acogerá en su seno a infinidad de conversos.
Lo que no parece en absoluto claro es la equiparación Asenet-Neith,
que durante largas páginas trata de demostrar Philonenko en su introducción
al texto griego (pp. 61-79). Según la etimología, explica, Asenet
significa «la que pertenece a Neith». En Egipto, incluso en una época
tardía como la de la composición de nuestra novela, el pueblo guarda
una viva conciencia de lo que significa cada nombre. Nuestro autor lo
sabía también y, aprovechando el significado del nombre de su protagonista,
ha introducido en ella los rasgos de la diosa Neith. En efecto, insiste
Philonenko, nuestra heroína es un trasunto casi perfecto de la divinidad
de Sais: diosa creadora, andrógina, reina del agua primordial, identificada
con la abeja, diosa del cielo estrellado, guerrera, elegante, aficionada
a los adornos y joyas, símbolo de la sabiduría. Diversos rasgos que
caracterizan a la protagonista de la novela se explican convenientemente
si se la equipara con Neith. Así, las siete vírgenes que actúan como doncellas
de Asenet serían las siete estrellas de la Osa Mayor. Los dieciocho
jóvenes que guardan los portones del patio serían la constelación de Aries
(representada por jóvenes guerreros), que en Egipto es Khnoum, el
Carnero, páredro de Neith. Asenet sería así un reflejo de la diosa del
cielo estrellado.
El carácter andrógino de Asenet (cf. 15,1) se explica por el rasgo
equivalente de la diosa de Sais, dbppsvófrnXui; («macho-hembra»). El amor
de nuestra heroína por los tejidos y joyas recuerda los mismos rasgos
de Neith. Las abejas del cap. 16 reciben todo su significado si se piensa
en Neith, diosa apícola. Por último, las alusiones de la novela a la «espesura
de juncos» (24,16) hacen pensar también en el emblema de
Neith, los juncos, que a su vez representan la materia primordial. Allí
se escondían Dan y Gad, que luego son salvados por Asenet (caps. 28-29).
Esta interpretación es ciertamente seductora y aclara algunos puntos
aislados. Pero una lectura reposada del conjunto de la novela nos impele
a rechazarla. Los detalles en que se basa la interpretación son en general
puramente anecdóticos en la trama y tienen otra explicación plausible.
Además, los rasgos esenciales de la divinidad de Sais no aparecen en
Asenet. Nuestra heroína no es diosa creadora, reina del agua primordial
(la mención de los juncos es absolutamente circunstancial = escondrijo
INTRODUCCIÓN 203
típico de bandidos; cf. 24,16) y Asenet no se identifica con las abejas.
El carácter supuestamente andrógino de la protagonista contradice la
exquisita feminidad de Asenet a lo largo de la novela. En ese contexto
se explican su amor por la elegancia, los bellos tejidos y las joyas, sin
recurrir al paradigma de Neith. Asenet es la rica heroína de todas las
novelas y cuentos populares. Nuestro desconocido autor no hace hincapié
en la sabiduría de Asenet, sino en sus errores y en lo consecuente de su
penitencia. La mención de los dieciocho guardias que vigilan el patio
donde se asienta la torre de la joven es absolutamente incidental y no
autoriza a convertirlos en un símbolo de Khnoum, Aries, como páredro
de Asenet-Neith, de quien, por otra parte, se afirma no haber sido vista
jamás por hombre alguno (2,1). Por otro lado, la aceptación del simbolismo
(quizá más una comparación popular) Asenet-Luna/José-Sol (hieras
gamos Luna-Sol) no implica necesariamente (cf. 5,4s; 6,5s) la aceptación
de la igualdad Asenet-Neith, porque en la literatura novelística de la
época aparece con frecuencia ese motivo simbólico (por ejemplo, en
Heliodoro 3,3,4-6 y 3,4,2). Por último, nos parece poco convincente que
nuestro desconocido autor tomara los principales rasgos de una diosa
pagana (su imagen, entre otras, es destrozada por Asenet y arrojada por
la ventana: 10,13s) para hacer de ella el prototipo de los prosélitos (Asenet
= Villa de Refugio). Si ello fuera así, ¿querría significar nuestro
novelista que una destacada figura del panteón, encarnada en su heroína,
aceptaba la verdad de la religión judía? La idea sería audaz, pero no nos
parece convincente.
En conclusión: aunque admitimos que algunos detalles de la novela
tienen carácter simbólico, opinamos que la tesis de Philonenko no puede
ser aceptada. Los rasgos que definen a Asenet se explican suficientemente
a partir de un contexto judío y de los tópicos del género novelístico, sin
recurrir sustancialmente a la cosmología egipcia.
/) José y Asenet y el Nuevo Testamento.
Prescindiendo de meras concomitancias de vocabulario, nada extrañas
en obras de carácter religioso producidas en una misma época y ambiente
similar (cf. 1,9 con Mt 9,26; 3,4 con Mt 2,10; 4,2 con Ap 21,2;
4,9 con Le 2,40; 8,7 con Le 16,15; 9,1 con Sant 5,10; 12,2 con 2 Cor
4,4; 12,12 con 2 Cor 4,18; 15,10 con Le 15,22; 21,3 con Le 1,32;
27,8 con Jn 6,58, etc.), señalamos algunos contactos más significativos
que corroboran una idea muy conocida: la imposibilidad de entender el
NT a partir sólo del AT, es decir, sin tener en cuenta la literatura intertestamentaria.
Así, el sudor rojizo de la heroína en 4,11, en un trance angustioso,
nos recuerda el sudor de sangre de Jesús en Le 22,44. Quizá Le empleara
expresivamente un tópico literario para expresar gráficamente una situación
de angustia extrema. El diablo, en 12,9, aparece como un feroz
león que intenta devorar a Asenet. (Cf. con 1 Pe 5,8: «vuestro adversario,
el diablo, rugiendo como un león, ronda buscando a quien tragarse»).
204 JOSÉ Y ASENET
El diablo, padre de los malvados dioses de los egipcios y protector de
los paganos (12,9), nos recuerda a Jn 8,44: «vosotros tenéis por padre
al diablo». Como en Me 1,10, la aparición celeste en JyA va precedida
de un «rasgarse los cielos» (14,3). Las concepciones sobre el libro de la
vida, el nombre de los elegidos allí escrito y que no será borrado jamás
(15,4) encuentra un claro paralelo en Ap 3,5. En JyA 25,7 se afirma que
los ángeles combaten con los hombres, idea que parece desprenderse
también de Mt 26,53. La regla de «no devolver mal por mal» (28,14;
23,9; 29,3) encuentra un parangón en textos como Rom 12,17; 1 Tes
5,15 y 1 Pe 3,19. En nuestra novela, el faraón profetiza sobre Asenet:
«Te Üamarán Hija del Altísimo», al igual que en Le 1,76 se dice de
Juan Bautista y en Le 1,32 de Jesús. En JyA 26,2 José tranquiliza a Asenet
con las palabras: «El Señor está contigo», frase que utiliza el ángel
para saludar a María en Le 1,28. Los rasgos que describen el patio donde
se asienta la torre de Asenet (JyA 2,17s) son muy parecidos a algunos
de los que conforman la Jerusalén celeste del Apocalipsis de Juan (21,
12ss; 22,ls). Encontramos en ambos una alta muralla; construida con
grandes piedras/fundamentada en piedras preciosas; hay cuatro portones/
doce grandes puertas; guardadas por dieciocho jóvenes armados/
custodiadas por doce ángeles; hay árboles frutales/árbol de la vida que
también da frutos; un río corre por el medio y riega los árboles/fluye
un río de agua viva. La similitud es bastante sorprendente y sólo se explica
por la inspiración en tópicos comunes.
Pero el contacto más interesante nos lo proporciona el cap. 8 de JyA.
La conversión a Dios como un paso de las tinieblas a la luz (8,1 Od) nos
recuerda inmediatamente la misma concepción de 1 Pe 2,9 y la conocida
dicotomía joánica de luz/tinieblas. Lo mismo puede afirmarse de la oposición
error/verdad de JyA 8,10e. El tránsito de la muerte a la vida
(JyA 8,10f), igualmente símbolo de la conversión, nos lleva a Jn 2,24
y 1 Jn 3,14. La renovación por el Espíritu, la plasmación por la mano de
Dios y la revivificación por la vida divina, que cambian de signo el existir
del prosélito, nos recuerdan inmediatamente a Heb 6,6, Rom 9,20
y Jn 6,36, entre otros textos.
El banquete cultual, que se desprende de JyA 8,5 y 8,1 lde, tiene
una sorprendente similitud con el banquete eucarístico cristiano (cf. la
narración sinóptica Le 22,15-20 par. más 1 Cor 11,23-25). En ambos
casos se come el pan de vida y se bebe una copa bendita (o de salvación).
El banquete de JyA terminaba probablemente con una unción (garantía
de la inmortalidad: cf. 8,5), que en el cristianismo, por el contrario,
se reserva para los enfermos. Baste este detalle para rechazar una relación
de parentesco inmediato entre los dos banquetes cultuales, el de
nuestra novela y el del NT. Pero el paralelismo es tan sorprendente que,
aun admitiendo la independencia de ambos escritos, no cabe duda de que
el banquete cultual de los grupos religiosos representados por la novela
y el NT proceden de un ambiente común. El premio a la participación
en la comida sagrada es en ambos casos la inmortalidad. La frase de JyA
16,9 «no morirá nunca», el que coma de este panal (aquí símbolo del
INTRODUCCIÓN 205
maná, en realidad igual al pan cultual del banquete, del que aquél es un
trasunto), tiene una exacta contrapartida, en positivo y negativo, en
Jn 6,50-51: «Aquí está el pan que baja del cielo, para comerlo y no
morir. Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá
para siempre». De modo semejante, el descanso eterno que Dios ha preparado
para sus elegidos (JyA 8,1 lgh) es sustancialmente el mismo que
proporcionarán las «muchas moradas» que Jesús preparará a sus discípulos
(Jn 14,lss).
A pesar de las sorprendentes semejanzas entre JyA y el NT, no podemos
hablar de un contacto literario directo entre nuestra novela y el
corpus canónico cristiano, puesto que no es posible establecer una relación
de dependencia literaria entre ambos, al estilo, por ejemplo, de la
narración de la proeza de Benjamín en los caps. 27, 28 y 29 de JyA, forjada
claramente a base de los rasgos de la lucha entre David y Goliat
(1 Re 17,48-52). Basta para nuestro propósito confirmarnos en lo que
decíamos al comienzo de este apartado: el ambiente religioso del que proceden
JyA y el NT es común, y las concepciones de ambos pueden aclararse
mutuamente. No en vano el cristianismo primitivo fue en un principio
un judaismo heterodoxo. Quisiéramos señalar, por último, la posibilidad
de establecer otras líneas ideológicas de comparación entre nuestro
escrito y el NT, como sería el respeto y el amor por los paganos que
fluye de la atmósfera de la novela y que se involucra, naturalmente, con
la mencionada defensa del matrimonio de José. Pero en esta introducción
hemos querido hacer hincapié tan sólo en aquellos aspectos comparativos
que nos suscitan la aproximación inmediata de textos semejantes.
V. MANUSCRITOS Y VERSIONES ANTIGUAS
El texto de José y Asenet nos ha llegado a través de los siguientes
manuscritos griegos **:
1. Monte Sinaí, Santa Catalina, Gr. 504 (s. x).
2. Roma, Biblioteca Vaticana, Vat. Gr. 803 (s. xi-xn).
3. Roma, Biblioteca Vaticana, Pal. Gr. 17 (s. XI-XII).
4. Monte Atos, Vatopedi 600 (s. xv).
5. Monte Atos, Konstamonitu 14 (s. xv).
6. Breslau, Biblioteca Universitaria, Rehdig. 26.
7. Oxford, Biblioteca Bodleiana, Barocc. Gr. 147 (s. xv).
8. Oxford, Biblioteca Bodleiana, Barocc. Gr. 148 (s. xv).
9. Roma, Biblioteca Vaticana, Pal. Gr. 364 (s. xv).
10. Monte Sinaí, Santa Catalina, Gr. 530 (s. xv-xvi).
11. Chillicothe, Ohio, propiedad de McC. McKell (s. xvi).
12. Jerusalén, Patriarcado ortodoxo, Sto. Sep. 73 (s. xvn).
44 Cf. C. Burchard, op. cit., 4ss, lista que presentamos ordenada cronológicamente.
206 JOSÉ Y ASENET
13. Jerusalén, Patriarcado ortodoxo, Saba 389 (s. xvn).
14. Bucarest, Biblioteca de la Academia, Gr. 966 (s. xvn).
15. Jerusalén, Patriarcado ortodoxo, Saba 593 (s. xix).
16. Monte Sinaí, Santa Catalina, Gr. 1976.
Todos ellos representarían cuatro familias, constituidas del modo siguiente:
a) mss. 1, 2, 5-6, 8, 9, 10;
b) mss. 4, 11, 14, 16;
c) mss. 12, 13, 15;
d) mss. 3, 7.
Los estudiosos han sido cautos a la hora de sugerir clasificaciones
ulteriores debido a lo complicado de la tradición e. En un principio hubo
propuestas diversas en ese sentido46. Posteriormente, el estudio de las
diferencias entre el texto de unos y otros manuscritos ha permitido alcanzar
conclusiones más precisas.
Se aprecian, en efecto, divergencias estilísticas, así como adiciones
u omisiones que alteran incluso la estructura de la obra y el orden de
sus partes. Las variantes son fundamentalmente de forma, pero repercuten
a veces en el fondo, condicionándose a menudo mutuamente47. Los
datos permiten reconocer dos niveles de redacción, en función de la lectura
e interpretación que del original hicieron los copistas y que se plasmaron
en lo que hoy habríamos de considerar redacción de base4S. Esta
sería notablemente más breve, y nuestro texto largo sería el fruto de
ulteriores reelaboraciones. En este sentido, en el estadio intermedio cabe
hablar de una reelaboración próxima al original y otra más cercana al
texto largo.
En los manuscritos antes enumerados se nos han transmitido cuatro
textos diferentes, que, ordenados cronológicamente, son:
1. texto corto, representado por 3 y 7;
2. primera reelaboración, representada por 4, 11 y 14;
3. segunda reelaboración, representada por 12;
4. texto largo, representado por 2, 8 y 9.
Del texto de nuestra novela existen también versiones en diferentes
lenguas. He aquí las principales:
45 Cf. C. Burchard, op. cit., 18ss.
46 Cf. P. Batiffol, op. cit., 39, quien ya apunta la división de las familias en dos
grupos, si bien fue V. M. Istrin, op. cit., 179ss, quien la precisó y posibilitó el
progreso posterior.
47 Cf. M. Philonenko, op. cit., 5ss.
48 Cf. M. Philonenko, op. cit., 10.
INTRODUCCIÓN 207
Versión eslava.
Se nos ha conservado en un par de manuscritos, que ofrecen una traducción
literal del texto griego. Su importancia se debe a que es la única
que reproduce el texto corto49.
Versión siríaca.
La transmiten también dos manuscritos, si bien uno es copia del otro.
Está emparentada con la primera reelaboración. El prólogo que la antecede
y que permite datarla es el primer testimonio antiguo sobre la
novela w.
Versión armenia.
Esta documentada por unos cuarenta manuscritos, la mayor parte
inéditos. Es anterior al siglo xi y está emparentada con la versión siríaca
y con la primera reelaboración del original griego51.
Versiones latinas.
Son dos las versiones de la novela en esta lengua. La primera fue
conocida inicialmente a través de dos manuscritos, aumentando posteriormente
el número de los testigos a ocho. Se remonta a la primera reelaboración
del texto corto52. Una segunda versión latina, transmitida
por cinco manuscritos y aparecida después de la anterior, está relacionada
igualmente con la primera reelaboración53.
Otras versiones.
Los estudiosos han señalado la existencia de una versión rumana,
así como la posibilidad de una copta, y han editado el texto de un resumen
en griego moderno y el de una traducción al inglés antiguo hecha
en verso a partir del latín S4.
No todas las variantes que presentan las versiones enumeradas representan
la tradición griega, sino probablemente aquellas que se encuentran
repetidas. Posiblemente, además, las versiones siríaca, armenia
y latina proceden de un arquetipo común55.
49 Cf. S. Novakovic, Zitie Asenethi: «Starine» 9 (1877) 1-47.
50 Cf. J. P. N. Land, Anécdota Syriaca III (Leiden 1870) 18-46, y G. Oppenheim,
Fábula Josephi et Asenethae apocrypha e libro syriaco latine versa (Berlín 1886).
51 Cf. C. Burchard, op. cit., 7ss; A. Carriére, Une versión arménienne de l'Histoire
d'Asséneth, en Nouveaux Mélanges Orientaux (Publications de PEcole des
Langues Orientales Vivantes II, 19; París 1886) 473-511.
52 Cf. P. Batiffol, op. cit., 3; C. Burchard, op. cit., 13ss.
53 Cf. C. Burchard, op. cit., 15s.
54 Cf. C. Bobulescu, Istoria frumosului losif si a prea frumosaoi Asineta (Bucarest
1922); O. von Lemrn, Koptische Miscellen I (Leipzig 1914) 3s; P. Batiffol,
op. cit., 7; H. N. McCracken, The Storie of Asneth: «The Journal of English and
Germanic Philology» 9 (1910) 224-264, para la rumana, copta, neogriega y paleoinglesa,
respectivamente.
55 Cf. M. Philonenko, op. cit., 15.
V I . EDICIONES DEL TEXTO
Fabricius, J. A., Codicis Pseudepigrapbi Veteris Testamenté (Hamburgo 1723)
II 85-102.
Batiffol, P., Le Livre de la Friere d'Aseneth, en Studia Patristica I y II (París
1889-1890) 1-115.
Istrin, V. M., Apokriph ob Josiphje i Asenephje, en Trudy Slavjanskoj Komissii
pri Imp. Moskovskom Archeologiceskem Obscestvje (Moscú 1898)
146-199.
Philonenko, M., Joseph et Aséneth (Leiden 1968).
BIBLIOGRAFÍA
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1

JOSÉ Y ASENET
Erase una vez...
1 ' Sucedió que, el primer año de los siete de prosperidad, el día
quinto del segundo mes, envió el faraón a José a girar visita a todo el
territorio de Egipto. 2 Llegó José a los confines de Heliópolis en el cuarto
mes del primer año, el decimoctavo día del mes, 3 mientras iba recogiendo
el trigo de aquella región como arena del mar. 4 Había en aquella
ciudad un sátrapa del faraón, que era el superior de todos los gobernadores
y magnates del monarca. 5Este varón era muy rico, sensato y
mesurado y actuaba como consejero del faraón. Tenía por nombre Pentefrés,
y era el sacerdote de Heliópolis.
6 Tenía este personaje una hija, virgen, de elevada estatura, como
de dieciocho años. Era de buen porte y bellísima, más que ninguna otra
doncella del país.7 No tenía nada en común con las hijas de los egipcios,
sino que se parecía en todo a las israelitas. s Era alta como Sara, grácil
como Rebeca y hermosa como Raquel. El nombre de aquella virgen era
Asenet.9 La fama de su belleza se extendió por todo el territorio, incluso
hasta sus últimos confines, e intentaban conseguir su mano los hijos de
los magnates y reyes, todos ellos jóvenes. 10 Existía una gran rivalidad
entre ellos por su causa, y estaban dispuestos a pelearse unos con otros
por Asenet.
11 Oyó hablar de ella el primogénito del faraón y suplicaba insistentemente
a su padre que se la diese por esposa. a Le decía una y otra vez:
—Dame a Asenet, la hija de Pentefrés, el sacerdote de Heliópolis,
por esposa.
13 Le replicaba su padre, el faraón:
—¿Para qué buscas una esposa que es menos que tú? ¿No eres tú
1,1 Cf. Gn 41,17-36.53-57. La fecha se computa de acuerdo con el calendario de
Jub y refleja el mismo gusto por la precisión cronológica que este libro.
2 La fecha coincide con el solsticio de verano. Cf. 6,5, donde José aparece como
el sol.
3 Cf. Gn 41,49.
4 Nótese el ambiente persa que suponen los cargos aquí citados. Es un recurso
típico del género novelístico.
5 Pentefrés: Nombre de origen egipcio; significa «el que Re ha dado». El personaje
no debe ser confundido con el amo bíblico de José, Putifar, cuya
mujer intentó seducir a nuestro protagonista, según Gn 39,1.7-12.
6 dieciocho años: Según Gn 41,45-46, José tenía entonces treinta años.
8 Las tres mujeres son paradigmáticas en la Biblia.
9 su belleza: La circunstancia es un lugar común de la novela antigua.
11 Cf. Ex 11,5 sobre el personaje del hijo del faraón.
13 todo el mundo habitado: La demarcación territorial a que se alude debe de
ser todo Egipto, el Alto y el Bajo, vistos conjuntamente.
14
210 JOSÉ Y ASENET
el rey de todo el mundo habitado? 14No, piensa que la hija del rey Joaquín
es tu prometida. Es una reina sumamente bella; así que tómala
por esposa.
Asenet, su mundo y sus días
2 l Asenet despreciaba profundamente a todo varón, y ningún hombre
la había visto, ya que Pentefrés tenía en su mansión una torre aneja,
grande y sumamente elevada. 2En lo alto de la torre había unos aposentos
con diez cámaras. 3 La primera era grande y de hermoso aspecto,
enlosada con piedras purpúreas, y sus paredes estaban adornadas con
variedad de costosas gemas. 4E1 techo de aquella cámara era dorado, y
dentro de ella había estatuillas de oro y plata de los innumerables dioses
egipcios. 5 A todos ellos rendía culto Asenet, los veneraba y les ofrecía
sacrificios. 6 Había una segunda cámara con unos arcones que contenían
las galas de la muchacha. 7 Había en ella mucho oro y plata, vestidos
tejidos en oro, selectas piedras preciosas y lencería escogida. 8 Allí estaban
todos los adornos de su virginidad.9 En una tercera cámara, que era
el tesoro de Asenet, se hallaban todos los bienes de la tierra. 10 Siete
doncellas ocupaban cada una de las restantes siete alcobas. n Ellas eran
las que servían a Asenet y tenían su misma edad, porque fueron alumbradas
la misma noche que Asenet. Eran sumamente bellas, como las
estrellas del cielo, y jamás varón o muchacho joven había tenido relación
con ellas.
12 En la gran cámara de Asenet, donde florecía su virginidad, había
tres ventanas. 13 Una de ellas miraba hacia oriente, sobre el patio; otra,
al septentrión, hacia el camino, y la tercera, al mediodía. M Había un
lecho de oro en la cámara orientada hacia el oriente. a La cama estaba
14 Joaquín: Se ignora la identidad de este rey. Parece imposible que el autor se
refiera a un rey judío, cronológicamente tan distante.
2,1 Naturalmente, como se verá luego, Asenet habitaba en ella.
3 La decoración de la cámara de Asenet recuerda la descrita por Apuleyo,
5,1,5.
4 El oro es elemento decorativo habitual en la arquitectura egipcia.
innumerables dioses: Crítica del politeísmo.
7 Los productos aquí nombrados, especialmente la lencería, eran muy apreciados
en el comercio antiguo. Los artesanos habían llegado a altas cotas de habilidad
y refinamiento en su elaboración.
10 Siete: Número simbólico. Philonenko (p. 74) ve aquí las siete estrellas de la
Osa Mayor que rodean a la Luna = Asenet. Pero tal interpretación es más
que dudosa.
11 tenido relación: Obsérvese la exaltación del valor de la virginidad. Cf. v. 16.
14 oriente: El este era un punto cardinal relevante en las prácticas cultuales y
mágicas de Egipto, para las que servía de referencia ritual. Para un judío
significa mirar hacia Jerusalén.
15 Nuevo detalle de lujo en la mezcla de la púrpura y el oro, cuya técnica, originaria
de Pérgamo, era suficientemente conocida también por los artesanos
egipcios.
TEXTO 211
guarnecida de púrpura tejida en oro, bordada con hilo violeta y lino
fino. 16 En aquel lecho dormía Asenet, sola, y ni varón ni mujer se había
sentado jamás sobre él, salvo ella misma. "Alrededor de la mansión
había un gran patio, rodeado por un muro de gran altura, edificado con
grandes piedras cuadr angulares. 18 En el patio había cuatro portones de
hierro, y ante cada uno de ellos estaban apostados dieciocho varones,
fuertes, jóvenes y armados.19 Dentro del patio y a lo largo del muro había
hermosos árboles frutales de todas clases, y toda su fruta estaba madura,
pues era la época de la recolección. M A la derecha del patio había una
fuente de abundante agua, y debajo de ella se extendía una gran alberca,
que recibía el agua de aquella fuente, y desde allí avanzaba un arroyuelo
por el patio que regaba todos los árboles allí plantados.
Anuncio de la visita de José
3 l En el cuarto mes, al decimoctavo día, José llegó a los confines
de Heliópolis. 2 Cuando se acercaba a la ciudad, envió delante de sí doce
hombres a Pentefrés, el sacerdote de Heliópolis, con el siguiente mensaje:
3 —Me voy a detener hoy en tu casa, porque ya es mediodía y hora
de comer. Es fuerte el calor del sol; así que me voy a refrescar bajo tu
techo.
4 Cuando lo oyó Pentefrés, se alegró sobremanera y exclamó:
—Bendito sea el Señor Dios de José.
5 Llamó Pentefrés al mayordomo y le dijo:
6—Apresúrate, dispon la casa y prepara un gran banquete, porque
José, el fuerte de Dios, viene hoy a nosotros.
7 Se enteró Asenet de que sus padres habían llegado de la hacienda
y se alegró. Se dijo entonces:
8 —Voy a ver a mi padre y a mi madre, porque han llegado ya de
nuestra hacienda.
9 Asenet se apresuró a vestirse un traje de lino, confeccionado en hilo
violeta y tejido en oro, se ciñó un cinturón dorado, colocó ajorcas en
17 Esta descripción tópica del patio tiene notables coincidencias con Ap 21,12:
la Jerusalén celeste.
20 El jardín recuerda en esta ocasión el cuadro dibujado en Aquiles Tacio, 1,15.
3,4 se alegró sobremanera: Lit. «se alegró con gran alegría». La expresión redundante
de alegría se repetirá en varios otros lugares y es uno de los más típicos
septuagintismos.
Bendito sea: Fórmula típica de exclamación piadosa y plegaria.
5 Cf. Gn 43,16; 44,1.4.
6 fuerte de Dios: Posible alusión mesiánica. José aparece como redentor del
alma convertida.
7 hacienda: Lit. «campo de su heredad». La expresión se repite con frecuencia
en la novela. No es septuagintismo, sino que proviene directamente del hebreo.
9 El exotismo de las galas de Asenet queda realzado por la mención de los
bombachos, prenda de origen persa.
212 JOSÉ Y ASENET
torno a sus manos y pies, se puso unos bombachos de oro, y en torno
a su cuello prendió un collar. 10 Había por todas partes, en las pulseras
y en las gemas, piedras preciosas con los nombres de lo dioses egipcios
inscritos en todas partes, y los rostros de las imágenes estaban grabados
en las gemas. u Colocó sobre su cabeza una tiara, ajustó en torno a sus
sienes una diadema y cubrió su cabeza con un velo.
Asenet y su padre: proyecto de boda
4 ' Bajó de sus aposentos apresuradamente por la escalera, se acercó
a su padre y a su madre y los saludó.2 Se alegraron enormemente Pentefrés
y su esposa por su hija Asenet, ya que la contemplaban engalanada
como novia de un dios. 3Y sacaron todas las cosas buenas que habían
traído de su hacienda y se las dieron a su hija. 4 Se alegró Asenet con
ello y con la fruta, uvas y dátiles, y con las palomas, granadas e higos,
ya que todo estaba en sazón.s Dijo Pentefrés a su hija Asenet:
—¡Hija!
Ella respondió:
—¡Aquí estoy, mi señor!
Añadió su padre:
—Siéntate en medio de nosotros, que voy a decirte unas palabras.
6 Se sentó Asenet entre su padre y su madre. 7 Pentefrés tomó con
su derecha la mano de ella y le dijo:
-¡Hija!
Respondió Asenet:
—Hable, mi señor y padre.
8 Pentefrés continuó:
—¡Mira! José, el fuerte de Dios, viene hoy a nuestra casa. El es
10 El versículo constituye un testimonio de otra costumbre egipcia, en cuya técnica
eran expertos los orfebres del país.
11 Hay una mezcla de tradiciones en la mención de la tiara, de origen persa,
y de las joyas enumeradas en el v. 9, todas ellas característicamente egipcias,
mientras que el velo es habitual en todo el Oriente.
4,2 como novia de un dios: La alusión es quizá exclusivamente circunstancial, sin
ningún carácter alegórico o quizá sea un posible anticipo de lo que luego será
Asenet convertida: «Ciudad de refugio», la Jerusalén en la que se acogen los
prosélitos. No es la Jerusalén «nueva» (Ap 21,2), pero el ambiente es parecido.
4 palomas: Extraña la presencia de un animal, intercalado en una serie de vegetales.
Quizá se explique por la tradicional relación egipcia entre las palomas
y los dátiles.
7 tomó: Nótese la artificiosidad del gesto de Pentefrés: toma la mano derecha
de su hija con su diestra, estando sentado a su lado. La acción se justifica por
la importancia de la mano derecha en la Antigüedad. Cf., por ejemplo, 16,9;
22,7, etc.
8 Todas las afirmaciones del pasaje constituyen un eco del Génesis; cf. 41,41.44;
45,26; 47,12.17.19.25. En lo que respecta a la coherencia interna de la novela,
cf. 25,6, donde se alude a la actividad de José como administrador y benefactor.
TEXTO 213
quien gobierna todo el territorio de Egipto; el faraón lo ha constituido
gobernador de toda nuestra tierra; él provee de trigo a todo el país y
lo salvará del hambre que va a venir. 9 Es José un varón piadoso, prudente
y virgen, como tú, lleno de sabiduría y conocimientos; el espíritu
divino y la gracia del Señor están con él. I0 Así, pues, hija mía, te voy
a entregar a él como esposa; serás su mujer, y él será para ti tu marido
por siempre.
11 Al oír Asenet las palabras de su padre, brotó de su piel abundante
sudor rojizo y fue presa de un gran acceso de cólera. Miró con torvos
ojos a su padre y replicó:
n —¿Por qué habla así mi señor y padre y planea con esas palabras
entregarme como prisionera de guerra a un varón extranjero, fugitivo
y vendido como esclavo? 13 ¿No es ése el hijo del pastor de Canaán, a
quien su mismo padre abandonó? 14 ¿No es ése el que se acostaba con
su dueña, por lo que su amo lo arrojó a tenebrosas mazmorras, y de
donde lo sacó el faraón porque interpretó sus sueños? No, me casaré
con el primogénito del rey: él sí que es el rey de toda la tierra.
15 Al oír semejante respuesta, Pentefrés no se atrevió a continuar
hablando a su hija sobre José, ya que le había respondido con jactancia
y cólera.
José en casa de Asenet
5 1 Un criado de la comitiva de Pentefrés se acercó de un salto y
dijo:
—José está ante las puertas de nuestro patio.
2 Asenet se retiró de la presencia de sus padres, subió a sus aposentos,
entró en su alcoba y se quedó junto a la ventana grande, la que
mira a oriente, para ver al que llegaba a la casa de su padre.
3 Al encuentro de José salieron Pentefrés, su esposa y toda su paren-
9 piadoso, prudente y virgen: Las tres cualidades atribuidas a José son característicamente
judías, si bien la estima de la virginidad masculina es más bien
tardía y la prudencia es una típica virtud femenina; para otras aseveraciones,
cf. Gn 41,38-39. «Piadoso» relaciona a José con el movimiento de los hasidím
o estrictos observantes de la ley.
10 esposa: En gr. vúmpr). Para la expresión, cf. Jr 7,34.
por siempre: Lit. «para el tiempo eterno»: septuagintismo.
11 abundante sudor: El detalle se repite en 9,1. Quizá sea un topos literario que
debe relacionarse con el sudor de sangre (rojizo) de Jesús en su pasión (Le
22,44).
13 abandonó: Contradicción flagrante con Gn 37,3, donde se comprueba la predilección
de Jacob por José.
14 se acostaba: Cf. Gn 39,18 por lo que respecta a la acusación de adulterio,
aquí en boca de Asenet; para el resto del v., cf. Gn 39,20; 41,14-15.
5,1 Cf. Gn 45,16.
2 Asenet actúa, al asomarse a la ventana, exactamente igual que lo hacen tradicionalmente,
en la mitología, Afrodita y Helena. Cf. L. Cerfaux, art. cit., 237.
3 parentela: Esta expresión, que designa la familia de Pentefrés, se repetirá en
5,10; 7,2; 22,2; 24,9.
214 JOSÉ Y ASENET
tela. 4 Abrieron los portones orientales del patio, José entró sentado en
el segundo carro del faraón. s Llevaba un tiro de cuatro caballos blancos
como la nieve, con frenos de oro, y el carro estaba igualmente recubierto
de oro. 6José iba revestido con una túnica extraordinariamente
blanca, y el traje que le envolvía era de púrpura, tejido en lino y oro,
llevaba una corona dorada sobre su cabeza, en torno a la corona doce
gemas escogidas y sobre ellas doce rayos de oro, y con cetro real en su
mano derecha. 7 Llevaba una rama de olivo extendida con abundante
fruto.
8 Entró José en el patio, y cerraron las puertas. 9 Los extranjeros,
hombres y mujeres, aguardaron fuera, ya que los guardias de los portones
habían cerrado los batientes. 10 Se acercaron Pentefrés, su esposa
y toda su familia, salvo su hija Asenet, y se prosternaron ante José,
rostro en tierra. n José descendió de su carro y les estrechó las manos
con su diestra.
Asenet, impresionada al ver a José
6 1 Vio Asenet a José y quedó su alma transida de dolor. Se conturbaron
sus entrañas, flaquearon sus piernas, tembló todo su cuerpo
y fue presa de un gran temor. Dijo entonces entre gemidos:
2—¿Adonde iré? ¿Dónde me voy a ocultar de su persona? ¿Con
qué ojos me mirará José, el hijo de Dios, ya que he hablado mal de él?
3 ¿Adonde huiré? ¿Dónde me esconderé, puesto que descubre todo escondrijo,
y nada oculto le pasa desapercibido a causa de la gran luz que
hay en él? 4 Séame propicio ahora el Dios de José, ya que en mi ignorancia
hablé perversamente. s ¿Qué voy a ver yo, desgraciada de mí?
¿No he hablado así: «Está al negar José, el hijo del pastor del país de
Canaán»? Pero ahora llega del cielo a nosotros el sol en su carro y ha
entrado hoy en nuestra casa. 6Y yo, loca y osada, lo he despreciado y
4 Cf. Gn 41,43 a propósito del carro. José aparece aquí y en los w. siguientes
con los atributos del Sol (cf. 6,5).
6 corona: Alusión al desempeño de la función real por parte de José, en consonancia
con JyA 29,11; cf. Gn 41,42, que contradice parcialmente la afirmación
implícita en la novela. Las doce gemas son las doce tribus de Israel.
7 olivo: Este árbol representa al pueblo de Dios.
6,1 presa de un gran temor: El original presenta una expresión redundante de la
sensación de temor («temió un gran temor»), similar a la anterior de la alegría
(cf. 3,4). Este hebraísmo aparece en los LXX.
2 Comienza aquí un auténtico monólogo —Asenet se encuentra sola— formado
por una serie de preguntas retóricas, recurso característico de la novela.
ocultar: Cf. Sal 138,7.
hijo de Dios: El autor le atribuye la omnisciencia divina, rasgo del redentor
mesiánico. Igualmente, la «luz» del v. siguiente.
4 perversamente: La expresión de maledicencia se repetirá en 6,6 y 23,15. Para
el conjunto, cf. JyA 17,17 y 2 Re 20,20.
6 loca y osada: Estos calificativos, que se aplica la propia Asenet, se encuentran
en forma idéntica en Prov 9,13.
TEXTO 215
hablé de él perversamente, sin saber que José es el hijo de Dios.7 ¿Quién
de entre los hombres, en efecto, engendrará jamás una belleza tal? ¿Qué
vientre alumbrará una luz tal? Desgraciada, insensata de mí, que pronuncié
ante mi padre palabras perversas. 8 Entregúeme ahora mi padre
a José como sirviente y esclava. Yo le serviré por siempre jamás.
Recepción en honor de José
7 ' Penetró José en la mansión de Pentefrés, y éste lo hizo sentar
en un sitial, le lavó los pies y le dispuso una mesa aparte, pues José no
comía con los egipcios, porque tal cosa era para él una abominación.
2 Luego preguntó José a Pentefrés y a su familia:
—¿Quién es aquella mujer que está de pie en la terraza, junto a la
ventana? ¡Que se vaya sin más de esta casa!
3 José temía que le molestase también ella, pues le importunaban
todas las mujeres y las hijas de los magnates y sátrapas de todo el territorio
de Egipto para compartir su lecho. 4 Muchas mujeres e hijas de los
egipcios, cuantas veían a José, sufrían mucho por su belleza y le enviaban
continuamente mensajeros con oro, plata y preciados regalos. sJosé los
devolvía con amenazas y expresiones de enojo, mientras pensaba:
—No voy a pecar ante el Dios de Israel.
6 José tenía en todo momento ante sus ojos el rostro de Jacob, su
padre, y se acordaba de todos los mandatos paternos, ya que Jacob solía
decir a José y a sus hermanos:
—Hijos, guardaos cuidadosamente de las mujeres extranjeras; no
os unáis a ellas, porque eso es perdición y corrupción.
7 Por eso dijo José:
—¡Que se vaya aquella mujer de esta casa!
8 Pentefrés le respondió:
—Señor, la mujer que has visto ahí arriba no es extranjera, sino
nuestra hija, doncella que odia a todo varón; ningún hombre la ha visto
jamás, salvo tú, hoy.9 Si quieres, bajará y hablará contigo, ya que nuestra
hija es tu hermana.
7 Cf. Gn 39,6, sobre la tópica belleza de José. Cf. también Testjob 18,4.
luz: José, figura del Mesías (cf. Introducción), es llamado luz, como el Logos
en el Evangelio de Juan (cf. Jn 1,7.8).
8 El ansia de esclavitud para con la persona amada va comúnmente asociada a la
expresión del sentimiento amoroso.
7,1 sitial: Lit. «trono», como en Testjob.
lavó los pies: Cf. Jn 13,5ss y Le 7,44.
mesa aparte: José aparece como un «piadoso» (cf. 4,9) que cumple ya las prescripciones
posteriores del judaismo rabínico.
3 El irresistible atractivo de José es el que se suele atribuir a los héroes de las
novelas griegas y, en este caso, corresponde al de Asenet (cf. JyA 1,9).
6 mandatos paternos: La actitud de José es habitual en la literatura rabínica
y en la de los Testamentos. Cf., p.ej., TestRub, comienzo, y caps. 5 y 6.
8 odia a todo varón: La virginidad de Asenet no es defensiva, sino que la impulsa
al ataque, como en el caso de Hipólito.
216 JOSÉ Y ASENET
10 Se alegró José enormemente cuando Pentefrés le dijo: «Es una
doncella que odia a todo varón».
11 Respondió José a Pentefrés y a su esposa:
—Que venga, si es vuestra hija. Es hermana mía, y la amaré desde
hoy como a tal.
El encuentro: Asenet, rechazada por José
8 1 Subió la madre de Asenet a los aposentos superiores y la condujo
a presencia de José. Dijo entonces Pentefrés a su hija:
—Saluda a tu hermano, ya que también él es virgen, igual que tú,
y odia a toda mujer extranjera, igual que tú a todo varón extranjero.
2 Dijo Asenet a José:
—Te saludo, señor, bendito del Dios Altísimo.
Respondió José:
—Bendígate Dios, que todo lo vivifica.
3 Pentefrés dijo a Asenet:
—Adelántate y besa a tu hermano.
4 Cuando se acercaba a besar a José, extendió éste su mano derecha,
la llevó hacia su pecho y le dijo:
5 —A un varón piadoso, que bendice con su boca al Dios vivo, que
come el pan bendito de la vida, bebe la copa bendita de la inmortalidad
y se unge con la unción bendita de la incorruptibilidad no le está permitido
besar a una mujer extranjera, que bendice con su boca imágenes
muertas y mudas, come de la mesa de los ídolos carnes de animales
ahogados, bebe la copa de la traición procedente de sus libaciones y se
unge con la unción de la perdición. * Por el contrario, un varón piadoso
11 Este versículo podría tener relación con la costumbre egipcia de los matrimonios
consanguíneos de los faraones. Pero hay que señalar también que el
parentesco aquí expresado, el mismo que en 7,9; 8,1 y 8,3, forma parte del
lenguaje amoroso y es habitual en la poesía egipcia de ese tipo; cf. M. Philonenko,
op. cit., 153.
8,1 El odio está motivado aquí por la condición de extranjero (es decir, de otra
religión) del hipotético desflorador de la virginidad, no por el oponente en sí
(cf. 7,8).
2 Cf. Gn 14,19 para la fórmula de la bendición. Dios como el «Altísimo» aparece
también en 8,10; 9,1; 14,7; 15,7; 17,5; 21,3 y es muy frecuente en la
versión de los LXX y en los apócrifos del AT (citas reunidas por Philonenko
en p. 154, nota).
5 La expresión para la bendición se repite en 8,6; lo mismo que la fórmula
«Dios vivo»; las de genitivo para los alimentos sagrados aparecerán en 15,4,
debiendo señalarse la utilización de abstractos como «inmortalidad» e «incorruptibilidad
», cuyos equivalentes griegos apenas son empleados en escritos
bíblicos, canónicos o no; la alusión a los dioses egipcios se expresa en forma
idéntica a la de 12,6; a la libación se alude igualmente en 10,14, siendo este
rito de gran significación en Egipto. Tenemos aquí, probablemente, un rito
de «iniciación» (cf. Introducción).
imágenes... mudas: Cf. Hab 2,18.
carnes de animales ahogados: Lit. «pan de asfixia», donde «pan» representa
el conocido semitismo que designa la «comida en general».
TEXTO 217
besará a su madre, a su hermana de tribu y familia y a la esposa que
comparte su lecho, las que bendicen con su boca al Dios vivo. 7 Igualmente,
tampoco a una mujer piadosa le está permitido besar a un hombre
extranjero, ya que eso es una abominación ante Dios.
* Cuando oyó Asenet las palabras de José, se entristeció sobremanera
y, mientras le miraba fijamente, sus ojos se llenaron de lágrimas. 'José
la vio y la compadeció profundamente, porque era hombre de buenos
sentimientos, misericordioso y temeroso de Dios. Alzó su mano derecha
sobre la cabeza de Asenet y dijo:
10 Señor, Dios de mi padre Israel,
el Altísimo, el Fuerte,
que todo lo vivificas
y llamas de las tinieblas a la luz,
del error a la verdad
y de la muerte a la vida;
tú mismo, Señor, vivifica y bendice a esta doncella.
11 Renuévala con tu soplo,
remodélala con tu mano
y revivifícala con tu vida.
Que coma el pan de tu vida
y beba la copa de tu bendición,
ella, a la que yo escogí antes de ser alumbrada,
y que penetre en el descanso
que has preparado para tus elegidos.
Retiro de Asenet
9 i Se alegró profundamente Asenet por la bendición de José y se
apresuró a subir a sus aposentos. Cayó sobre su lecho, debilitada, pues
7 abominación: Cf. Dt 24,4.
8 se entristeció: La reacción de Asenet es normal en la novela griega.
9 Cf. JyA 23,10 sobre la docilidad de José. A punto de pronunciar su plegaria,
alza su mano derecha en actitud de semibendición.
10 tinieblas... error... muerte: La triple fórmula expresiva del proceso evolutivo
del converso parece recoger el rito de admisión del mismo en la comunidad;
cf. M. Philonenko, op. cit., 158-159.
11 Renuévala...: Cf. 15,7 y 22,9 sobre el cuidado para con los elegidos. A juzgar
por lo que aquí se dice, Asenet parece ser objeto de una predestinación;
cf. Me 13,20.
descanso: Cf. Jn 14,lss. Todo el v. 11 parece la oración del «preste» sobre el
iniciado con una alusión al banquete sacrificial que seguiría después (cf. Introducción).
Nótense las concomitancias con la eucaristía cristiana. Textos bíblicos
que parecen resonar en los w. 10-11 son 2 Esd 19,6; Hch 26,18; 1 Pe 2,9;
Jn 5,24 y 1 Jn 3,14; Sal 94,11.
9,1 La sucesión de sentimientos contrarios es una reacción típica en los héroes
de las novelas tras recibir una impresión fuerte y con repercusiones significativas.
Cf. JyA 4,11.
en nombre de: Cf. Sant 5,10.
218 JOSÉ Y ASENET
no cabía en sí de alegría, tristeza y miedo. Desde que oyó las palabras
de José, que le hablaba en nombre de Dios Altísimo, brotaba de su piel
un sudor denso. 2 Rompió a llorar con grande y amargo llanto y se fue
apartando de sus dioses, a los que veneraba, mientras aguardaba que
llegara la tarde. 3 Cuando terminó de comer y beber, ordenó José a sus
sirvientes:
—Uncid los caballos al carro. Me marcho. Voy a girar visita a toda
la ciudad y la comarca.
4 Dijo entonces Pentefrés a José:
—Pase aquí hoy la noche mi señor, y mañana por la mañana emprenderás
tu camino.
5 Respondió José:
—No. Voy a partir hoy, ya que es el día en que Dios comenzó a crear
sus obras. Al octavo día retornaré de nuevo a vosotros y pasaré la noche
aquí.
Penitencia de Asenet
10 ' Entonces se marcharon a su campo Pentefrés y su familia,2 y
Asenet quedó sola con sus doncellas. Sin ánimo ninguno, se entregó al
llanto hasta que se puso el sol. No probó alimento ni bebida y permaneció
insomne mientras todos dormían.3 Abrió la puerta de su aposento
y bajó al portón, donde encontró a la portera durmiendo con sus hijos.
4 A toda prisa, Asenet cogió del batiente la piel que hacía de cortina, la
llenó de ceniza, la subió al piso superior y la depositó en el suelo.
5 Cerró la puerta firmemente, colocó el travesano de hierro sobre ella y
se puso a gemir con grandes sollozos y lágrimas. * La doncella preferida
de Asenet escuchó los gemidos de su dueña. Despertó a las restantes
doncellas y se acercó al aposento de su señora, pero encontró la puerta
cerrada. 7 Al oír los sollozos y el llanto de Asenet, dijo:
—¿Por qué estás triste, ama mía? ¿Qué es lo que te importuna?
¡Ábrenos y que te veamos!
8 Asenet, encerrada, les dijo desde el interior:
—Tengo mucho dolor de cabeza y estoy descansando en mi lecho.
2 Rompió a llorar: Cf. Is 38,3 para la expresión.
se fue apartando: Lit. «retiraba su mente»; cf. Jr 8,6.
5 Al octavo día: Cf. Gn 17,14 y 21,4, donde se alude a un período de tiempo
prototípico, como es la semana. El día en que Dios comenzó a crear sus obras
sería nuestro actual domingo.
10,1 campo: Contra la costumbre del autor, se alude a la hacienda sin giro redundante
alguno.
2 se puso el sol: La expresión del ocaso se repite en 10,19.
No probó alimento: Cf. Ex 34,28.
3 Comienza una descripción que recuerda otra similar de Apolonio de Rodas,
concretamente en el comportamiento de la doncella preferida de Asenet
(Arg. 3,616ss).
TEXTO 219
No tengo fuerzas para abriros, porque siento desfallecer todos mis miembros.
Id cada una a vuestra alcoba.
9 Se puso en pie Asenet, abrió suavemente la puerta y fue a su segunda
cámara, donde estaban los arcones de sus galas. Abrió un cofre
y sacó una túnica negra, del color del hollín.10 Era la túnica de su duelo,
la que vistió cuando murió su hermano primogénito. u Se despojó Asenet
de su traje real y se vistió el negro, soltó su cinturón dorado y se ciñó
un cordel. Arrojó luego de su cabeza la tiara y la diadema y de sus manos
las pulseras. uTomó el traje entero, su predilecto, y lo lanzó por la
ventana a los pobres. u Y cogió todos sus innumerables dioses de oro y
plata, los trituró en menudos pedacitos y los lanzó a los mendigos y
necesitados. 14Tomó Asenet su regia comida, sus viandas suculentas,
pescados y carnes y todo lo sacrificado a sus dioses, los vasos de vino
para la libación, y lo lanzó por la ventana para alimento de los perros.
15 Cogió después la ceniza y la esparció sobre el suelo. 16 Tomó un tejido
basto, de saco, y se ciñó con él la cintura; desbarató el peinado de su
cabeza y se cubrió de ceniza. n Golpeó su pecho enérgicamente con las
dos manos, se postró sobre la ceniza y anduvo llorando amargamente
toda la noche entre sollozos, hasta el alba. 18 Se levantó entonces Asenet
y vio que la ceniza era bajo su cuerpo como barro a causa de sus lágrimas.
19 Cayó de nuevo Asenet sobre su rostro, en la ceniza, hasta que se puso
el sol. x Y así hizo la joven durante siete días, sin probar absolutamente
nada.
Entre el arrepentimiento y la confesión
1 1 ' A l octavo día alzó la cabeza Asenet del suelo donde yacía, ya
que tenía los miembros paralizados de tanta postración.
9 túnica negra: No es necesario buscar una relación especial con el culto de
Isis y Osiris, ya que este color es expresión de duelo (cf. v. siguiente).
10 Philonenko considera aquí a Asenet como un trasunto de Isis, en consonancia
con lo señalado en el versículo anterior. Ese hermano sería Osiris. Ambas
figuraciones contribuirían a realzar el ambiente egipcio en que el autor quiere
encuadrar la acción. El carácter isíaco de Asenet procede de su identificación
con Neith, pero esto no nos parece en absoluto convincente. Cf. Introducción.
13 cogió...: Reacción similar a la de Abrahán. Cf. Jub 12,12 y Testjob 5;
también JyA 2,4.
16 Todo lo que hace Asenet es un signo de penitencia, especialmente al despeinarse,
que también es signo de duelo (cf. v. siguiente).
20 sin probar: Esta clase de ayuno es frecuente en los apócrifos: cf. 4 Esd
12,51.
11,1 A este solo versículo se reduce el capítulo en la redacción original de la
novela, mientras que en el texto largo, según M. Philonenko (op. cit., 166),
se ofrecía un cuadro de toques idílicos y naturalistas, en la línea de los poetas
alejandrinos.
Confesión de Asenet
12 1 Extendió las manos hacia oriente, levantó los ojos al cielo y
dijo:
2—Señor, Dios de los siglos,
que otorgas a todos el soplo de vida,
que sacaste lo invisible a la luz,
que creaste todo e hiciste patente lo no aparente.
3 Tú que pusiste en lo alto el cielo y cimentaste la tierra sobre las aguas,
que fijaste sobre el abismo acuoso las grandes rocas,
que no se hundirán,
sino que estarán cumpliendo tu voluntad hasta el fin:
4 Señor, mi Dios, a ti clamo.
Atiende mi súplica.
A ti voy a confesar mis pecados,
ante ti desvelaré mi iniquidad.
5 Pequé, Señor, pequé;
falté a tu ley y a tu veneración, y llegué a proferir perversidades ante ti.
Está manchada, Señor, mi boca, por los sacrificios de los ídolos
y de la mesa de los dioses egipcios.
6 Pequé, Señor, ante ti, pequé y falté a tu veneración
adorando imágenes muertas y mudas;
no soy digna de abrir mi boca para hablarte, miserable de mí.
7 Pequé, Señor, ante ti,
yo, la hija del sacerdote Pentefrés,
12,1 Extendió: La oración cara a oriente constituía un importante rito en la Antigüedad,
especialmente entre terapeutas y esenios. Él ms. B comienza este
capítulo con el título siguiente: «Plegaria y confesión de Asenet».
2 soplo: Cf. Gn 2,7 y Hch 17,25.
Dios de los siglos: Cf. Eclo 36,17.
invisible... aparente: Cf. Heb 11,3 y Hen(esl) 24,5-26,1.
3 en lo alto: Según Phüonenko (op. cit., 60), es la síntesis de una creencia
egipcia, como la expresada por la fórmula cosmogónica de la elevación del
cielo, y de otra típicamente judía, como la sumisión total de las criaturas a
Dios. La frase como tal no aparece en el AT ni en el NT, pero equivale a
«tú creaste el cielo y la tierra» (cf. Sal 23,2).
grandes rocas: Pasaje paralelo a Hen(esl) 28,1-2.
4 Nótese el desgarro con que habla Asenet y cómo se anonada ante la divinidad,
en una posible oposición a algún tipo de confesión pagana (M. Phüonenko,
op. cit., 169); cf. Sal 29,9.
Atiende mi súplica: Cf. Sal 16,1.
confesar mis pecados: Cf. Dn 9,20.
5 Todos los aspectos a que se refiere aquí Asenet aparecen frecuentemente, con
las mismas expresiones, en diversos escritos bíblicos: Dn 9,5; Jdt 8,9; 1 Mac 1,
63; 1 Cor 10,21.
6 La expresión de la invocación a Dios es frecuente en la Biblia, al menos en la
versión de los LXX (Job 33,2; Sal 118,131).
7 La súplica de protección y el ansia de huida aparecen en escritos bíblicos,
canónicos y no canónicos (p.ej., Sal 141,7; 142,9; TestSim 3,5; Testlsaac 4,
23), siendo la segunda idea típicamente mistérica y de la novela griega.
TEXTO 221